Porque cuando el mundo se vuelve rápido y ruidoso, las historias que tocan la verdad y el corazón se convierten en refugio, y también en futuro.
Por Ehab Soltan
HoyLunes – En un mundo saturado de titulares efímeros y clics inmediatos, el periodismo cultural y turístico enfrenta un reto que es también una oportunidad: sobrevivir con sentido. No basta con contar lo que ocurre; hay que hacerlo con profundidad, belleza y perspectiva. Y eso, aunque parezca paradójico, podría devolverle al oficio su valor esencial.
Según el Observatorio de Medios Culturales de la UNESCO, el 62 % de los medios dedicados a la cultura han perdido ingresos publicitarios desde 2020, mientras que el 74 % de los lectores afirman buscar contenidos «menos informativos y más inspiradores». El turismo, por su parte, se recupera tras la pandemia con una nueva sensibilidad: más interés por el territorio, el medio ambiente, la gastronomía local o la autenticidad de las historias humanas.
Esto implica que el modelo tradicional del reportaje descriptivo o de la entrevista protocolaria está dando paso a un formato narrativo, inmersivo y emocional, donde el lector quiere sentirse parte del viaje.
Hoy, el lector quiere participar, comentar, aportar, corregir e incluso narrar. Por eso, el periodismo cultural del futuro tendrá que ser cada vez más colaborativo, sin perder el rigor. Las secciones fijas y las crónicas largas conviven ya con píldoras multimedia, mapas interactivos, podcasts literarios y rutas que se pueden seguir desde el móvil.
No se trata de abandonar la calidad, sino de diversificar los formatos y canales. El periodista ya no es un monólogo, sino un puente.
El verdadero desafío es la atención. El 63 % de los jóvenes entre 18 y 29 años consume información cultural a través de redes sociales o vídeos cortos, según datos del Eurobarómetro. Pero eso no significa que estén menos interesados. Lo que quieren son relatos honestos, identidades locales, causas claras. Quieren belleza con intención, autenticidad sin pompa.

Por eso, muchos medios culturales pequeños están encontrando espacio donde los grandes no llegan. HoyLunes, por ejemplo, ha demostrado que se puede hablar de Toledo o Benidorm desde la emoción, el contexto y la dignidad narrativa, sin caer en el exotismo ni en la propaganda vacía.
En este nuevo escenario, los anunciantes también han cambiado. Ya no buscan solo audiencias masivas, sino medios con comunidad, valores y coherencia editorial. El turismo sostenible, la inclusión, la diversidad y la memoria histórica son hoy más rentables que un banner olvidado en una web genérica.
Por eso, el periodismo cultural debe dejar de justificarse como «lujo» y reivindicarse como estrategia de desarrollo, como herramienta de cohesión territorial, como espejo de lo que somos y semilla de lo que podemos ser.
Imaginemos medios que no solo informan sobre un lugar, sino que ayudan a transformarlo. Que conectan a los artesanos con nuevos mercados, que traducen el pasado al lenguaje de hoy, que hacen que un lector reserve una habitación tras leer un buen perfil o una crónica.
El periodismo cultural y turístico del futuro será narrativo, íntegro, emocional, veraz y tecnológicamente adaptado. Pero sobre todo, será un aliado del territorio. Si no narra con sentido, desaparecerá. Pero si sabe volver al alma de las cosas, será imprescindible.
Porque cuando el mundo se vuelve rápido y ruidoso, las historias que tocan la verdad y el corazón se convierten en refugio, y también en futuro.
#hoylunes, #ehabsoltan,